La lamentable conducta de una enfermera de 23 años que trabajaba en un pabellón de enfermos de coronavirus en el hospital Heartlandsen Birmingham, Inglaterra, despertó la indignación de la opinión pública. Ayesha Basharat robó la tarjeta de crédito de una paciente que acababa de morir y la utilizó para comprar papas fritas.

Una cámara de seguridad registró el momento en el que la mujer compró el snack en una máquina expendedora que se encuentra en el centro médico. La primera transacción la realizó tan solo 17 minutos después de la muerte de la titular de la tarjeta, una jubilada de 83 años.

La enfermera usó la tarjeta para hacer seis compras de US$ 1.4 cada una en la misma máquina expendedora usando la tarjeta sin contacto. Basharat realizó una compra similar más tarde ese día y lo intentó nuevamente dos veces cuando volvió al trabajo el 28 de enero.

Para entonces, la tarjeta ya había sido cancelada luego de que un familiar de la paciente detectara el faltante. La policía realizó con rapidez la investigación para dar con el responsable del robo y la trabajadora del hospital fue arrestada durante su turno con la tarjeta aún en su poder.

El delito ocurrió en enero, pero la noticia se conoció en los últimos días cuando el Tribunal de la Corona de Birmingham decidió condenar a Basharat a cinco meses de prisión, suspendida por 18 meses. La enfermera admitió el robo y el fraude aunque en un principio negaba las acusaciones de la policía.

Inicialmente la mujer afirmó que había encontrado la tarjeta de crédito en el piso y la había “confundido” con su propia tarjeta al pagar. Sin embargo, el tribunal pudo confirmar que las tarjetas bancarias eran de diferentes colores y que Basharat había ignorado el protocolo del hospital en relación a los objetos perdidos de los pacientes.

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