El saldo de las operaciones con tarjetas de crédito cerró el mes de julio en $3.252.206 millones, lo que representa un aumento del 6,1% en términos nominales con respecto al cierre del mes anterior. Sin embargo, este crecimiento resultó ser inferior a los valores de la inflación esperada para este período, según un informe de First Capital Group.
El crecimiento interanual de las operaciones con tarjetas de crédito alcanzó un 97%, lo que coloca este indicador por debajo de los niveles de la inflación estimada para el año. Esto implica que, en términos reales, ha habido una baja en la cartera de tarjetas de crédito.
El informe destaca que este incremento mensual en las operaciones con tarjetas de crédito se debe, en gran medida, a los programas de financiamiento en cuotas relanzados por las autoridades económicas nacionales durante los últimos días de junio. Estos incentivos han llevado a que el financiamiento a través de tarjetas de crédito adquiera una mayor importancia relativa en el comportamiento de las familias.
Operaciones con tarjetas de crédito en dólares
En el caso de las operaciones con tarjetas de crédito en dólares, se registró una baja interanual del 24,3%. Aunque durante julio hubo un descenso del 8% respecto al mes anterior, el saldo ascendió a US$ 243 millones. Según el informe, esto se debe a que los particulares muestran prudencia a la hora de consumir en el exterior con sus tarjetas debido a los tipos de cambio diferenciales que encarecen la operatoria.
En cuanto a los préstamos personales, la línea experimentó un aumento del 3,1% en términos nominales durante julio. El saldo total acumulado se elevó a $1.453.124 millones, presentando un crecimiento interanual del 65,1% en comparación con el mismo mes del año anterior.
A pesar del aumento nominal, el informe destaca que, al comparar la variación de saldos de préstamos personales con la inflación esperada, se observa una nueva caída en términos reales. Se menciona que durante el último año, prácticamente todos los meses la variación de la cartera de préstamos fue negativa, lo que refleja una tendencia a la baja de los saldos prestados. La suba de tasas de interés y el acortamiento de los plazos son los principales factores que influyen en esta tendencia, siendo ambos síntomas consecuencia de la desvalorización de la moneda y su impacto en las decisiones de prestamistas y prestatarios.
En resumen, aunque las operaciones con tarjetas de crédito y los préstamos personales experimentaron un crecimiento en términos nominales, su desempeño quedó por debajo de la inflación esperada, reflejando así el desafío que enfrenta el sistema financiero en un contexto económico complejo.
