Las primeras imágenes tomadas por el rover Perseverance confirman que hace 3.700 millones de años, en Marte, un río corría plácido hacia el lago hasta que cambió el clima, llegó la inundación y la furia de las olas hizo estrellar enormes peñascos a kilómetros de distancia.

Allí queda ahora solo una landa desolada: el cráter Jezero.

Los cambios que sufrió el terreno, que se sospechaban hace tiempo, ahora surgen con más claridad del análisis científico de las imágenes de Perseverance, que aterrizó precisamente en ese cráter el pasado febrero, en busca de huellas de la vida pasada.

No podía haber mejor lugar para estudiar los sacudones climáticos que conmocionaron la historia del planeta.

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Lo demuestran los resultados del estudio publicado en la revista Science por un equipo internacional de expertos encabezado por Nicolas Mangold, de la Universidad de Nantes, y coordinado por el Jet Propulsion Laboratory (Jpl) de la NASA.

Las imágenes tomadas por Perseverance en los primeros tres meses de la misión -cuando el rover aún estaba detenido dentro del cráter para el control de los instrumentos de a bordo- muestran en detalle la formación rocosa en forma de abanico presente en la parte occidental de Jezero y la colina Kodiak, poco distante.

El análisis de la estratificaciones demuestra que la primera estructura era realmente el delta de un pequeño río, que hace 3.700 millones de años corría plácido transportando sedimentos finos.

En cierto punto, sin embargo, un drástico cambio climático habría provocado una violenta inundación y el traslado hacia el delta de enormes peñascos, que aún son visibles.

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Algunas de estas rocas tienen un diámetro de un metro y parecen pesar varias toneladas: según los expertos, formaban parte de un lecho rocoso que se hallaba en el borde del cráter, o tal vez a unos 50 kilómetros más hacia el interior.

Esta imagen muestra Santa Cruz, una colina situada a unos 2,5 km del róver. Toda la escena está dentro del cráter Jezero de Marte; el borde del cráter puede verse en la línea del horizonte más allá de la colina.

Estos peñascos se depositaron sobre las capas de sedimentos más finas, donde parece haber materiales arcillosos que podrían custodiar señales de vida pasada.

“Ahora tenemos la posibilidad de buscar fósiles”, comentó Tanja Bosak, geobióloga del Massachusetts Institute of Technology (MIT).

“Hará falta tiempo para alcanzar los peñascos que queremos analizar para buscar señales de vida. Por lo cual será una maratón, con gran potencial”, explicó.

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Lo más sorprendente que surge de las imágenes del Perseverance, según el paleontólogo Benjamin Weiss, del MIT, es “la posibilidad de captar el momento en que el cráter se transformó de un ambiente habitable en el páramo desolado que vemos hoy. Estas capas rocosas podrian haber registrado la transición, algo que aún no hemos visto en otros lugares de Marte”.

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