Víctor Castillo nació en Jujuy y siendo un niño, por cuestiones laborales de su madre, debió partir a Buenos Aires, se erradicó en la Villa 31 y ahí trabaja actualmente, tras crear una cooperativa. Realiza obras de infraestructura haciendo foco en la salida laboral de los jóvenes y ejerciendo la profesión de abogado, título que obtuvo tras haber estudiado durante cuatro años en la cárcel de Devoto donde estuvo preso.

Es oriundo de la localidad de Reyes, estudió en la Escuela Rural Nº 302 de Guerrero y durante su infancia trabajó ayudando a su madre en el campo cosechando tabaco. Su familia provenía de Humahuaca y tenía 11 hermanos, “nunca estuvimos en un lugar estable, viajamos a Mendoza, a Tucumán, mi madre era trabajadora golondrina. Me quedé de chiquito sin mi papá y andaba detrás de mi madre, sufrimos muchas carencias”, mencionó, en diálogo con El Tribuno.

A los 12 años se trasladó en tren a Buenos Aires y tres años después sufrió el fallecimiento de su madre, que era su sostén. Allá se encontró con otra realidad, de un ambiente pacífico rodeado de campo, pastizales y cerros, a la vorágine de la ciudad, donde las preocupaciones fueron otras.

Desde los 15 años enfrentó su peor momento y empezó a juntarse con personas que lo inclinaron hacia los malos hábitos, “lamentablemente acá nos juntamos con otra clase de pibes y caímos en el tema del delito. Hasta que caí detenido y mis hermanos también. Esto se sufre por todos los cambios que hubo en nuestras vidas”, comentó.

Estuvo cuatro años detenido pero no los desaprovechó y en la cárcel de Devoto inició la carrera de derecho, “la única manera de salir de todo esto es el estudio, no hay otro camino. Al salir me quedaban seis materias que las tuve que hacer en la Facultad de Derecho de la UBA donde terminé y me recibí de abogado”, afirmó.

Asimismo, indicó que “gracias a eso abrí otras puertas para mi vida, junto a otras personas creamos una cooperativa donde conseguimos trabajo para nosotros y también para otros compañeros que estaban atravesando duras condiciones sociales. Éramos en su mayoría personas que estuvimos detenidas”.

A través de la cooperativa se movilizaron para participar en los trabajos de urbanización que se realizaron en su barrio dentro de la Villa 31. “Logramos construir nuestro barrio porque trabajamos en eso desde el 2010. Desde ahí el barrio se transformó, antes se pisaba barro, ahora no, hay cosas que faltan pero vamos hacia eso. Hicimos cloacas también, además de cooperativista, soy delegado de manzana y consejero de un barrio dentro de la Villa 31”, señaló. Peleó por el cumplimiento de la Ley de Urbanización participando activamente de la conformación de esta legislación, y aún continúa trabajando para que la misma se haga efectiva en su totalidad y se cumpla en el territorio en el que vive.

Fuente: El Tribuno

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