En principio, el crimen de un productor rural misionero identificado como Mario Miguel Stasiak, de 57 años, fue investigado como un homicidio en ocasión de robo, como consecuencia de las declaraciones de su esposa, Lidia. Las pesquisas se centraron en esa hipótesis.

La versión de la mujer aseguraba que un sujeto encapuchado había ingresado al domicilio ubicado en Colonia Tacuara, paraje ubicado a unos 100 kilómetros al Este de Posadas, disparó contra su esposo y huyó con un botín de 60.000 pesos que la víctima llevaba consigo.

Pero pronto la versión empezó a desmoronarse. Los investigadores policiales se toparon con dos habitaciones completamente desordenadas y una billetera en la campera del productor con más de 10.000 pesos en efectivo.

Además, a las contradicciones de la esposa siguieron otros datos reveladores; por ejemplo, que la dirección de los tres disparos que impactaron en Stasiak indicaba que estaba sentado cuando fue atacado.

Finalmente, los rastros de pólvora en las manos de la mujer y el hallazgo de un revólver calibre 22 escondido en una cocina a leña de la casa, acabó de complicar a Lidia, que fue detenida por orden del juez de Instrucción Roberto Sena.

Todo finalizó cuando los investigadores tomaron conocimiento del móvil: su esposa había descubierto la víctima que tenía una relación extramatrimonial con una vecina, de la que nació un hijo, de acuerdo a lo revelado por los propios hijos de la pareja.

El productor rural había asumido la paternidad y asistía económicamente al pequeño y a su madre, con quien continuaba manteniendo una relación, lo que motivaba continuas peleas Mario y Lidia y había puesto en jaque a la pareja.

La situación hacía prever una pronta separación de la pareja. Pero no todo terminó con un distanciamiento sino con tres balazos a quemarropa.

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